La bióloga valiente


Tras no sé cuántos días con este pequeño espacio más que olvidado… hoy me he decido y ¡¡vuelvo a escribir!!

Pido perdón por agotar vuestra paciencia al entrar y ver una y otra vez la canción de Calamaro. Espero que no se repita tanto tiempo de “vagancia escribientil”. Pero aunque no lo haya plasmado en papel… no han dejado de venirme a la mente temas y más temas sobre los que poner unas palabritas. Muchos de ellos nunca verán la luz, porque están más que desfasados, pero otros no pasan de moda, así que tendréis la suerte o desgracia de leerlos próximamente.

Voy a empezar este nuevo curso con un pequeño homenaje a una de las personas que he conocido este verano. Bueno, miento, ya la conocí el verano pasado, pero este año he sabido algo que ha cambiado mi concepto sobre ella, o mejor dicho, que ha ratificado la buena impresión inicial que me causó.

Quizá nunca lo lea, porque no tengo ni siquiera su dirección para mandárselo, y aunque la tuviera… no lo haría, sinceramente. Pero quiero que quede aquí esta reseña para que vea que la gente valiente… siempre tiene su espacio, aunque sea en los blogs pucelanos.

Os comento un poquito su historia. La chica de la que os hablo es una de las personas más optimistas que he visto en los últimos años. Está todo el día con una sonrisa en la boca, con lo que se hace más que agradable mantener una conversación con ella. Se ha sacado la carrera de biología año por año y está muy feliz con su novio, con el que lleva ya un tiempito. Cuando yo la conocí, el año pasado… siempre la vi sentada, pero no le di más importancia, ya que las circunstancias pudieron provocar esas situaciones. Así que me fui de Mazagón (Huelva), de donde es ella, poniéndole el “apodo personal” de la “bióloga simpática”.

Este año volví al mismo lugar, para desconectar del horrible Agosto madrileño y volví a verla y hablar un ratito en el primer día de fiesta. Seguía totalmente igual que como la recordaba, incluso más delgada. Al rato me di cuenta de que ya no estaba con nosotros y pregunté por ella a otra de las chicas del grupo. Y hablando y hablando… me contó la dura realidad que vivía esta chica cada día, y que ocultaba con su sonrisa de oreja a oreja. A sus 24 años, padece Esclerosis Múltiple. Es una enfermedad degenerativa de la que no se conoce cura y que paraliza el sistema nervioso poco a poco. A causa de esta enfermedad, apenas podía mantenerse de pie determinados días (de ahí que siempre estuviera sentada), perdía movilidad en las extremidades e incluso dejaba de controlar las excreciones (ese fue el motivo por el que abandonó la fiesta).

Por lo que me contó su amiga, hace años que todos conocen su enfermedad porque ella se lo contó, y en ningún momento ha querido dejar de hacer una vida más que normal, manteniendo día y noche esa simpatía por la que todo el mundo la recuerda. Como me impactó tanto, y para que una vez más pensemos en el verdadero sentido de la vida y si somos capaces, nosotros sanos, de vivir con la misma alegría que esta chica… aquí queda mi artículo para la “bióloga simpática” a la que a partir de hoy llamaré “bióloga valiente”.

El año que viene… espero verte y que me sigas contando lo bien que te ha ido dando clases a los chavales o lo que quieras contarme, pero con el “sonría, por favor” siempre presente.

1 comentarios:

Aveli dijo...

¡Cuánta razón tienes, Álvaro, y qué buen ejemplo has puesto! Si supiéramos valorar más la salud y la vida, en general, otro gallo cantaría...¡Bienvenido a tu blog, y mucha fuerza para el nuevo curso!