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Orgullo y Prejuicio


En esta última semana me han pasado un par de situaciones que me han hecho reflexionar sobre un asunto en concreto, ¿hasta qué punto somos justos prejuzgando a la gente?

El Viernes Santo escuché una entrevista en la radio al hijo de una famosa de la prensa del corazón. No sé por qué, pero siempre he tenido manía a ese chaval, quizá porque su madre no me caía muy allá.
Creo que esa manía era compartida por la presentadora del programa de radio y alguno de los colaboradores, ya que al acabar la entrevista reconocieron los sorprendidos que estaban al haber conocido al “otro” José (vamos a llamarle José al chico).

Yo también creía haber descubierto otro “José”, pero eso me ha dejado con la duda de si el José que yo descubrí hace una semana es el verdadero o no, puesto que la imagen que tenía de él era de lo más negativa.

La otra situación me ocurrió paseando por Madrid. En una zona céntrica, a las 11 de la noche, se me acercó un hombre bien vestido, bien peinado, extranjero europeo, de edad media y con un maletín en la mano (llamémosle "Smith). Tras contarme una historia un tanto rocambolesca explicándome que había perdido la cartera, me pidió 5€. Estuve pensando 5 segundos y, a punto de sacar la cartera, decidí decirle que no tenía dinero por miedo a que ocurriera algo peor. No pude evitar irme pensando, ¿y si en realidad el hombre tenía razón? ¿y si era verdad la historia? ¿y si me ocurre a mí algún día?
Difícil situación, ¿verdad?

En un mundo donde lo más importante es aparentar, ¿debemos esforzarnos por intentar dar una buena impresión desde el primer momento para ganarnos el favor de la gente o debemos esforzarnos por ver más allá de la primera impresión que nos dé una persona?

Quizá José siempre ha sido el mismo y ha tenido que hacer un esfuerzo titánico para que gente como yo, o la presentadora, rectificaran su mala impresión sobre él.
Quizá Smith era un hombre en apuros que únicamente necesitaba 5€ para volver a casa.

Deberíamos ver más allá y pensar si merece la pena hacer un esfuerzo en romper prejuicios de vez en cuando y descubrir algunos Josés o Smiths que nos rodean. Quedaríamos más que sorprendidos.

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Canción de la semana (XLVII)

Para hoy... una canción que estaréis hartos de escuchar en Kiss FM. Versión en español de Just another day, de Jon Secada. Me gustan música y letra (aunque sea un poco simple), así que ¡ahí queda!

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Santa Semana


Se oyen cornetas y tambores de fondo y enseguida nos invade una emoción y solemnidad desorbitada. Siempre he tenido una duda y, aunque he recibido multitud de explicaciones, no he quedado satisfecho con ninguna de ellas.

¿Qué lleva a la gente a abarrotar las procesiones en Semana Santa, aunque no hayan pisado una iglesia desde hace años?

No sé si el hecho de ser y sentirme católico me autoriza a juzgar el catolicismo de cualquiera de mis semejantes, pero no deja de sorprenderme que, año tras año se repita este fenómeno en toda la geografía española.

Es digno de ver ese tío que el Sábado pasado estaba en la Radikal metiéndose pastillas a cascoporro descalzo por las calles de Sevilla tras los pasos de la Macarena. Asombra la emoción de la señora vestida de Armani de arriba abajo, cuando pasa ante ella el Cristo de las 3 caídas. Me deja perplejo el caballero que acaba de amenazar de muerte al conductor de al lado por no acelerar al ponerse el semáforo en verde, pero lleva la estampita de la Virgen del Rocío en el salpicadero y no falta ni un solo año a "su procesión".

Estos son casos exagerados, por supuesto. Y quiero dejar claro, que no pretendo que seamos unos “meapilas”, niños buenos y tontines. Ni lo soy, ni lo pretendo ser. Todo el mundo tiene sus fallos, y los míos están a la vista de todos. Pero quería aprovechar este día (Jueves Santo) y este espacio para reclamar un poco más de sentido común general.

En mi opinión, no hace falta ir a misa cada Domingo o comer pescado los Viernes de Cuaresma para ser un buen católico. Pero hace falta actuar o intentar actuar como tal, todos y cada uno de los días del año. Y eso es lo que se echa en falta, o lo que yo echo en falta de vez en cuando.

Queda muy bonita la foto con el paso de fondo cada Viernes Santo. A mí me gustan más las “procesiones” que pasan por nuestra vida, día tras día y en las que raramente nos fotografiamos.