Muerto por pringao...


¿Decepción? Puede ser la palabra. No lo sé aún. Uno espera esa sensación día tras día, pero curiosamente, nunca es capaz de darse cuenta hasta que te invade sin posibilidad de evitarlo.
Tras ello, vuelve a rondar tu cabeza la más que típica frase: “a mí no me vuelve a pasar”. Pero no somos capaces de asimilar la frase del todo. Sí, quizá en una semana, o quince días te mantienes vigilante, con una actitud que no es normal en ti, a la espera de otra puñalada en cuanto dobles la primera esquina, pero en cuanto tengas un mínimo despiste… allí está. El hombre del mazo (como dice Perico González) no avisa, y aparece cuando menos te lo esperas.
Ese hombre se disfraza de aquellas personas de las que nunca sospecharías (¡Qué jodío el tío!). Y cada vez te sorprende, a pesar de que creías haber visto todo.
Poca gente entenderá esta reflexión, y a poca gente le daré explicaciones acerca de ella. A mis 24 años, no son pocos los días en los que me he sentido herido en mi orgullo, ya sea por una piruleta que mi padre no me ha querido comprar, por no jugar contra el equipo del barrio de al lado, por suspender un examen y que aquel que no lo merecía aprobara… Hoy es uno de esos días. De los que, a pesar de faltar 1 hora para tener que levantarte… no eres capaz de pegar ojo.
Pero no por tener muchas veces una sensación parecida vas a guardártelo para ti. Otras veces se lo hubiera comentado a mi compañero de pupitre o de juerga de sábado, pero hoy mi compañero de pupitre soy yo mismo y mi terapeuta está este fin de semana a unos miles de kilómetros, así que habrá que sufrir en silencio (¡viva el Hemoal!). Así que hoy os convertís en mis compañeros de fatigas.
No espero ninguna respuesta que me ayude a detectar a Mr. Deception Man, pero por lo menos… me quedo más ancho que largo, que no es poco, creedme.
¿Aprender? Quizá, pero ya para el curso que viene, que este año… me da pereza.

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