Cada mañana, en mis 40 minutos de viaje en Metro, me encuentro con personajes de calaña muy diversa.
Hace tiempo os hablé de los "lectores compulsivos", que abundan en la línea 10. Hoy es el turno de los "sordos".
El nombre no es por la gente que padece un problema auditivo, que supongo que también viajarán en metro. Es por esa gente que está empeñada en compartir lo último de Dover o Ricky Martin con el resto del vagón. ¡Qué agradable es escuchar un zumbidito contínuo durante todo el trayecto! En realidad... no sé por qué me quejo, ya que resulta muy entretenido intentar adivinar la canción que suena, escuchando el susurrito de fondo. Resulta entretenido cuando es eso, un susurrito. El problema es que la mayoría de las veces lo ponen tan alto que lo difícil es no adivinarla.
Para eso, lo más coherente es lo que me encontré el otro día. Un grupo de chavales con un radio-cassette y la música (Andy y Lucas, para ser más exactos) a toda leche. Si haces algo... hazlo bien. ¡Bravo por ellos, por no ocultarse detrás de unos cascos y gritar a los 4 vientos su afición por la "música de calidad").
¡He dicho sordo, no gordo!
Publicado por ACD a las 20:44
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