Darle voz al que no sabe hablar

El pasado Domingo, en La Sexta se emitió uno de las entrevistas más lamentables de los últimos años. El cómico Jordi Évole cedió 5 minutos en horario de máxima audiencia a un terrorista. Quizá no ha tenido la resonancia que debería porque el programa no es uno de los más vistos de al televisión actual, pero no por ello es un hecho menos grave.
¿Qué nos parecería que ver en nuestros televisores a cualquiera de los islamistas del 11-M bromeando sobre lo mucho que pesaba la mochila en la que llevaba la bomba? ¿Y si emitieran un espacio con los últimos chistes del asesino de la catana? Supongo que alguna que otra protesta habría (aunque visto lo que nos importa que Roldán o Julián Muñoz cobren por contarnos cómo se han llevado el dinero de todos… me hace dudarlo).
Pues el Domingo tuvimos que soportar bromas y chascarrillos con un personaje de la calaña de Arnaldo Otegi. Aún se le sigue tratando como dirigente abertzale, con un respeto que nunca mereció. Militante confeso de ETA político-militar, huido a Francia al saberse identificado como miembro de un comando etarra, condenado por el secuestro del empresario Luis Abaitua, acusado de numerosos robos con violencia, extorsión, explosión de una gasolinera, asalto al gobierno de San Sebastián, condenado por injurias a la Corona, miembro de agrupaciones terroristas como Herri Batasuna ( Euskal Herritarrok, Batasuna o como lo quieran llamar) y un largo etcétera que nos demuestra que este personaje es de todo menos un angelito.
Esas son las cosas demostradas, pero a nadie se le escapa que este activista etarra habrá colaborado necesariamente en la obtención de información para facilitar el asesinato de unos cuantos concejales, ertzainas, guardias civiles, policías, empresarios…

Quizá, para algunos, 5 minutos de buena audiencia justifiquen esto. Allá cada uno con su conciencia. O quizá yo soy un intolerante que no soporta ver cómo un asesino (para mí, es tan asesino el que dispara como el que marca con la diana), se pasea por las televisiones con esa sonrisilla macabra mientras muchos de los que le ven desde sus sofás se preguntan si serán ellos los siguientes.

Reflexionaré sobre ello.