El que tenga uñas... que lo coja


Recientes acontecimientos me han hecho pensar sobre la capacidad que tenemos los humanos de criticar algo cuando somos los primeros en hacerlo. Lo que vulgarmente se llama “dársela de guay”.
Es curioso lo extendido que está eso de ser políticamente correcto en toda clase de situaciones. Parece que decir lo que realmente se piensa también está en crisis.
¿De verdad, amigo “guay” eres tan tolerante y respetuoso como dices? Permíteme que lo dude, porque como tú conozco unos cuantos, y no me caéis precisamente bien.
Tú, que participas en los corrillos que critican al jefe, cuando al cerrar la puerta le estás planchando el traje y lavando el cristal del coche. Tú que llevas por bandera el lema “todos somos iguales” y en casa tratas a tu mujer de la limpieza (inmigrante, por supuesto, a la que pagas 2 duros porque no merece más), como si fuera un trasto viejo. Jamás te preocupaste por saber de dónde es, ni de cuántos hijos tiene, ni de qué país es, ni siquiera de cómo está de salud. Su labor es limpiar, y demasiado que la contratas, claro está.Sí, tú, que criticas a todo bicho viviente (véase Estado, Iglesia, banqueros…) por no arreglar la pobreza en el mundo y despotricas del pobre vagabundo que entra en el vagón del metro cada día y no te deja escuchar lo último de Bisbal en tu iPod de 200€, sin soltar los 30 céntimos que te sobraron de tu capuchino de por la mañana. Eres el mismo que pide “justicia social” pero eres incapaz de plantearte un solo verano sin dar una vueltecita en tu yate o montar a caballo en una de tus 2 fincas de 4.000.000 Hectáreas.

Eso sí, jamás tendrás el valor de reconocer nada de esto en público. Porque eso te quita popularidad, que es lo que realmente vale en esta vida. Tener más “amigos” que nadie; Superar los 3000 contactos en el Facebook o aumentar el número de visitas de Tuenti de 100 en 100. Eres ese que cae a todo el mundo bien. De intachable comportamiento. Ese del que nadie tiene una mala palabra. En el que todos se fijan, el modelo a seguir por los compañeros en cualquier ámbito en el que te relacionas. El hijo que toda madre querría tener, el empleado que todo jefe desea en su empresa, el estudiante al que todo profesor adora (un profesional del peloteo). Alcanzas los puestos más altos (pisando alguna que otra cabeza, eso sí), pero da lo mismo porque lo importante es ALCANZAR, TENER, SER, GUSTAR, QUEDAR BIEN, SER ADMIRADO, ENVIDIADO, DESEADO… en definitiva, ser el GUAY.

Todo el mundo tenemos un puntito de esto, pero algunos más que otros. Por supuesto… no vas a cambiar un ápice por leer nada de esto, porque la autocrítica… no es guay.
Quizá piensas que yo también soy uno de esos millones de “amigos” de los que presumes. Sigue pensándolo, y sé feliz con ello. Eso sí, no te des la vuelta, que a lo mejor te llevas la sorpresa de que realmente… estás solo.

3 comentarios:

Unknown dijo...

ole ole y ole!

Unknown dijo...

ole ole y ole!

Anónimo dijo...

oye,pareces un padre espiritual,pero no esta mal lo que dices